Satisfacción al final del camino hacia la nada

By Neville Judd, Director de comunicaciones, Mining

En Flin Flon, Manitoba, no venden postales; al menos yo no encontré ninguna. Es un lugar desesperadamente frío la mayor parte del año. Como en casi todo el resto de Canadá durante el invierno.

“Helado” es como lo describe el piloto ni bien aterrizamos. Elena, en la oficina de alquiler de autos, lo confirma, “sí, es frío. Pero un frío seco”.

¿Cuánto frío?

Menos 39,6° de acuerdo con el único encargado de las valijas en el aeropuerto. “Bueno digamos que cerca de 40° bajo cero”, dice. ¿Celsius? ¿Fahrenheit? No importa. La idea de lo que es frío nunca va a ser la misma. Una cerveza rubia es fría. Pero el 1° de febrero en Flin Flon bien vale como la definición misma de frío.

Mi colega Javier Carranza y yo somos de la división Mining de Hexagon y vinimos a filmar un video testimonial de Flin Flon, la mina de cobre subterránea. Transportar el equipo de filmación a lo largo de un kilómetro y medio desde los 30° bajo cero en superficie hasta los 25° sobre cero (77 F) es un desafío. Javier tuvo la precaución de envolver los lentes en tela y plástico para evitar que se dañaran con la escarcha.

Flin Flon, Manitoba – Donde los Canadienses inventaron la frase “Es un frío seco”

Al igual que la mayoría de las minas, Flin Flon, está en el medio de la nada, y eso va perfecto conmigo. Rara vez me siento más completo en mi trabajo que cuando voy a las minas, entrevisto a los mineros y compruebo los beneficios que aporta nuestra tecnología. Los boletines y los informes de prensa que escribo desde mi cómoda oficina son importantes, pero las historias que filmamos es lo que más me impacta.

A veces el viaje mismo es impactante. Para una filmación cerca de Zacatecas, México, la mina nos trasladó ida y vuelta en Lear Jet desde Tucson, Arizona. Volar en clase económica nunca fue igual después de esa experiencia.

En Lima, Perú, Javier y yo tuvimos un riguroso control médico para poder ingresar a la mina de cobre del cliente, en los Andes, a 3500 metros (11.500 pies) de altura. Los profesionales de la salud concluyeron que ambos necesitábamos bajar un poco de peso, pero nos dieron el permiso de ingreso. Ninguno de los dos comió mucho durante la semana siguiente… debe haber sido por el mal de altura.

En nuestra primera filmación en el norte de Columbia Británica, en Canadá, habíamos estimado un presupuesto de un día y medio de trabajo. No habíamos tomado en cuenta la inducción de seguridad de cuatro horas, que incluía 30 minutos sobre la correcta colocación del casco y un control antidroga. (¡Lo pasamos!)

En la carretera por Colombia. El fin de semana más largo en la vide de Javier (Y la mía)

Y también falta la experiencia de la visita de filmación en una mina de Colombia. La última noche de nuestra estadía, terminé con hernia de disco por darme vuelta en la cama. (¡Sí, ya sé, hubiese preferido tener algo mejor para contar!) Las nueve horas de viaje hasta el aeropuerto y los cuatro vuelos de vuelta a Canadá deben haber sido el fin de semana más largo de mi vida. (De tanto escuchar mis lamentos y quejidos, Javier confirma que también para él fue el fin de semana más largo de su vida).

Sin importar cuál sea la mina, la ayuda y la hospitalidad abundan siempre. Los mineros son gente que te reciben complacidos, y todavía me falta visitar alguna mina donde no me impresione la importancia que le dan a la seguridad. Varios conductores de camiones mineros me contaron cómo nuestro sistema anticolisión les ha salvado la vida, la propia y la de otros.

La clase económica nunca se sintió igual después de esa vez en el jet privado.

Esos momentos son los más gratificantes de mi trabajo. Eso y los lugares como Flin Flon, el hogar de Flinty, una caricatura de un explorador hecha estatua. Me saco los guantes y tomo una foto de Flinty, tributo a Josiah Flintabbatey Flonatin.

Flonatin aparece en la novela de ciencia ficción The Sunless City. A bordo de un submarino navega a través de un lago sin fondo y se adentra en un mundo subterráneo a través de un pozo revestido en oro. El explorador Tom Creighton tenía una copia de este libro cuando se encontró con una veta de cobre aquí en 1918.

Puede que Flin Flon sea la única localidad que lleva el nombre del personaje de un libro barato de tapa blanda.

Pero esa es otra historia.

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